Por: Renée Valentina
En este ensayo tengo como objetivo desarrollar el tema de las mujeres durante la Revolución Mexicana. A las mujeres que participaron en la Revolución Mexicana no les han reconocido cuan importante fue su contribución. La falta de reconocimiento ha afectado el estatus de la mujer. Pues nosotros somos artífices del imaginario colectivo.
Por experiencia personal puedo afirmar que en las clases de Historia de México impartidas en los niveles de primaria, secundaria y preparatoria que tomé nunca mencionaron la participación de las mujeres. Yo sabía que las mujeres habían participado en la Revolución Mexicana porque conocía los corridos de “La Valentina” y “La Adelita”.
En la siguiente cita reafirmo esta alegación: “Los historiadores mexicanos contumazmente daban un pequeño salto sobre asuntos femeninos: era cuestión de costumbres, pero también de mezquindad.”[1] Rosario Castellanos también afirma esto cuando dice “La mayor parte de las veces se limita (La galería de retratos femeninos) a servir como telón de fondo para que resalte la figura principal: el caudillo, el hombre de acción…(ella es reducida a) un estereotipo: la madre, con su capacidad inagotable de sacrificio, la esposa, sólida, inamovible, leal la novia, casta, la prostituta…”[2]
Antes de comenzar con la participación de las mujeres en la Revolución Mexicana, quiero parafrasear lo escrito por Vicente Lombardo Toledano que explica las razones por las cuales la Revolución que hizo erupción en 1910. (Toledano, 1988)- La Revolución fue consecuencia de las relaciones económicas y sociales que sobrevivieron desde la Conquista a la vez de la “intervención extranjera”. - En el primer tomo de su libro también dice que “La tragedia histórica de México ha sido una tragedia jurídica: el divorcio entre la ley y las necesidades populares.
La Revolución iniciada en 1910 tiene la significación trascendental de haber elevado a la categoría de leyes las necesidades colectivas y las indicaciones de la historia para la defensa integral de la nacionalidad mexicana.”[3] Lo que sobró, para las mujeres, (razón para luchar) la necesidad de ser tomadas en cuenta en la vida política, ser consideradas como iguales al trabajar y recibir igual pago y trato que los hombres, no ser consideradas como ciudadanas de segunda clase en necesidad de estar bajo la tutela de su esposo que las cuidara a fuera de la casa de sus padres. La descripción de el estatus de la mujer es muy clara en los ensayos de Alejandra Moreno Toscazo y Sonia Pérez Toledo.
Julia Tuñón, en su libro, Mujeres en México, Una Historia Olvidada, recrea la situación de las mujeres. En su libro también describe a las mujeres en su rol tradición, como se designaba el espacio que le pertenecía, la casa, lo privado, aunque también menciona que la presencia de mujeres posibilitaron un México Independiente; como Josefa Ortiz de Domínguez y Leonora Vicario a la vez que las mujeres que han permanecido anónimas, que participaron en espacios peligrosos, en las intervenciones y batallas. Ella menciona que desde la época del Imperio de Maximiliano había mujeres que se “masculinizaban” para participar, como el caso de Ignacia Riesch, ella “llegó a ocupar un puesto de mando”[4]. Más adelante, durante la Revolución Mexicana, volvemos a encontrar a mujeres que reproducen la imagen de los hombres en ellas para poder participar.
Las mujeres que participaron en la Revolución Mexicana tuvieron diversos motivos, desde seguir a sus esposos por sentimiento de obligación hasta sentir la necesidad de luchar por la causa de su pueblo. Cuando estalló la Revolución Mexicana, las mujeres fueron muy vocales “exigirán el derecho al sufragio… entre todas ellas encuentran cauce propio las demandas por, para, de las mujeres mismas.”[5] Las mujeres que participaron tuvieron una carga doblemente más pesada. Como soldaderas ellas hacían sus trabajos diarios como cuidar sus hijos, atender a las necesidades de la familia además de atender a las necesidades que surgieron por la guerra como curar a los lastimados además de tomar los fusiles de los que morían y seguir la batalla. No eran sus únicas tareas: según Martha Eva Rocha Islas “atendían a los heridos, fueron espías en los pueblos, trasportaban armas y eran compañeras sexuales…. telegrafistas, enfermeras, empleadas de oficina, reporteras, editoras de periódicos, maestras, entre otros oficios y profesiones.”[6]
Si las mujeres no hubieran participado en la Revolución Mexicana, no hubiera existido la Revolución [PUNTO], según Elena Poniatowska: “ellas la mantuvieron viva y fecunda, como la tierra. Las enviaban por delante a recoger la leña y a prender la lumbre, y la alimentaron a lo largo de los años de la guerra. Sin las soldaderas, los hombres llevados de la leva hubieran desertado.”[7] En ese mismo libro relata como los hombres en la Guerra Civil Española desertaban su lugar asignado para regresar a sus casas para descansar. Por lo tanto, lo mismo pudo haber sucedido en el frente en la Revolución si las mujeres no hubieran estado ahí. Si los hombres hubieran querido regresar a sus casas, no habría nadie ahí esperándolos.
Pienso que la participación de las mujeres fue tan importante que es una verdadera injusticia que no tengamos más presentes sus acciones. A la vez, creo que estoy entendiendo cada vez mejor porque se omiten. Retomando mis clases en la primaria, secundaria y preparatoria, en especial los de educación física, recuerdo muy bien que los niños y niñas tenía prohibido jugar juntos, además que habían actividades seleccionadas especialmente para cada género. Si el pasado de México reconociera la participación de las mujeres, su papel contemporáneo sería muy diferente, el concepto de respeto tendría otro significado. Una mujer sería considerada femenina aunque fuera asertiva, y ruda. No se utilizaría el concepto “masculinización” porque las mujeres serían aceptadas como iguales.
Una de las mujeres que tiene un libro escrito en su honor es Juana Belén Gutiérrez de Mendoza. “Ella se distinguió como organizadora, compró una imprenta en la que editó su primer periódico: Vesper, en Guanajuato… consagrado a la defensa de mineros y combatir el clero… se relaciona con los hermanos Flores Magón… Encarcelada por labor contra la dictadura… formó la sociedad “Hijas de Cuauhtémoc”… una vez libre, vuelve a editar Vesper… protesta contra Porfirio Díaz… fue encarcelada nuevamente…colabora con el diario capitalino El Heraldo de México… proyectos para escuelas femeniles hasta llamados a la reconstrucción del país… murió en 1942.”[8]
Con la participación de las mujeres se logró mucho: “El 16 de enero de 1916, cuando se llevó a cabo el Primer Congreso Feminista de Yucatán, que reunió a 700 mujeres destacadas de toda la república… las mexicanas ganaron el derecho a la administración de bienes, la tutela de hijas e hijos y salario igual a trabajo igual…. fueron incorporadas a la legislación y plasmadas en leyes tales como la Ley del Divorcio con Disolución de Vínculo, promulgada por Venustiano Carranza en 1914, la Ley Sobre Relaciones Familiares expedida de 1917 y la Ley del Matrimonio, que decretó Emiliano Zapata en 1915.
Finalmente el 5 de febrero de 1917 fue promulgada la Constitución Mexicana. En el articulo 123 se determinaron protecciones relativas al desempeño del trabajo femenino orientadas al rubro de la salud durante el embarazo y a la realización de trabajos que exigieran esfuerzos considerables.”[9]
Concluyo que las mujeres no se han tomado en cuenta por tradición de la sociedad mexicana. Como último ejemplo de cómo la mujer ha sido excluida de tratos iguales, quiero hablar del caso de la esposa de Manuel González, Laura Mantecón. Ella fue tratada mal, de manera pública, tenía testigos. Cuando se comenzó la deliberación para el divorcio, ella no fue escuchada. Se quedó sin familia y sin forma de mantenerse económicamente, aunque en el Código Civil se “insistía en la protección de la esposa: “señalar y asegurar alimentos a la mujer””[10] Para mi todavía es increíble como se relata en éste libro, La Suerte de la consorte, cómo Manuel González cambia el código civil para que el divorcio se pueda llevara acabo y que él no salga perjudicado. Sentí alivio cuando más adelante en el relato dice como Laura Mantecón logra salir adelante además de haber logrado su cometido de alejarse de una persona que le hacía tanto daño.
Para que yo escribiera este ensayo, (tener material con que trabajar) es obvio que habían personas que entendían la grave importancia que tenían las mujeres en la lucha. Pero es muy poco lo que está escrito. Por ejemplo, Ricardo Flores Magón publica en Regeneración, el 24 de Septiembre de 1910, su reconocimiento de la mujer en la vida nacional de México. En este mismo escrito el describe como el estatus de la mujer, a través de la historia ha pasado de ser considerada como el reemplazo de el animal de carga en “la infancia de la humanidad” a una la “productora de ciudadanos para la patria” en tiempos de Grecia a vasija del pecado cuando la iglesia católica conquistó más espacios. En el libro, El Código Da Vinci, Dan Brown, el autor, explica como el estatus de la mujer ha ido cambiando, desde ser creadora de seres humanos y ser reverenciadas hasta el momento en que la iglesia católica tergiversa varias situaciones para que las mujeres fueran vistas como pecaminosas y los hombres tuvieran un estatus mayor.
Es importante lograr que se reconozca la participación de la mujer en la Revolución fue porque se lograron tantas resoluciones en beneficio de un estatus igualitario entre hombres y mujeres. Las mujeres que vivimos en México no sufrimos las mismas injusticias por nuestro estatus de mujer (sin duda son otras). El caso siguiente es que la participación de la mujer contemporánea debe su lugar no sólo a su esfuerzo, sino al de todas las Valentinas, Adelitas, Juana Belens y Laura Mantecones, que perseveraron por no ser relegadas, perseveraron para ser escuchadas. Hoy, yo sé que lo fueron.
Algo que no mencioné con suficiente claridad es que las mujeres, al parecer no tienen el mismo derecho de luchar y morir por su patria en una guerra. Pienso que por más que las mujeres luchen en estos enfrentamientos bélicos, siempre van a existir los Venunstiano Carranzas que niegan pagar las pensiones a las soldaderas, y los Villas que no respete a las mujeres como iguales. Yo digo que las mujeres debemos de dejar de esperar autorización y actuar.
Se constata su participación por los corridos escritos en sus nombres… pero no es sólo un corrido.
Referencias:
- Mendieta Alatorre, Juana Belen Gutierrez de Mendoza (1874 – 1942) Extraordinaria precursora de la Revolución Mexicana, Ed. Copilco Universidad, ed. Primera, México 1983 p. 10
- Lombardo Toledano, Vicente, La Revolución Mexicana Tomo I 1921 – 1967, Ed. Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana Vol. II, México D.F. 1988.
- Lombardo Toledano, Vicente, La Revolución Mexicana Tomo II 1921 – 1967, Ed. Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana Vol. II, México D.F. 1988.
- Flores Magón, Ricardo, et. Al., Regeneración 1900 – 1918 La corriente más radical dela revolución mexicana de 1910 a través de su periódico de combate, Ed. Ediciones Era. México D.f 1991.
- Castellanos, Rosario, Mujer que sabe latín, Ed. Fondo de Cultura Económica, ed. tercera. México 1997 p. 156
- Tuñón, Julia, Mujeres, Una Historia Olvidada, Ed. Conacultura, ed.primera México D.F. 1987
- Poniatowska, Elena, Las Soldaderas, Ed. Era/ Instituto Nacional de Antropología e Historia. ed. Primera, segunda reimpresión, México, D.F.1999 p. 14
- Sefchovich, Sara, La Suerte de la Consorte, Ed. Océano, ed. primera, México 1999 p. 161
- Rocha, Martha Eva, Álbum de La Mujer, Antología ilustrada de las mexicanas Vol. IV El Porfiriato y la Revolución. Ed. Instituto Nacional de Antropología e Historia, ed. primera México 1991. p 240 - 245
Páginas de Internet
http://www.cimacnoticias.com/noticias/03nov/s03111806.html 12 de mayo de 2004
http://www.cimacnoticias.com/noticias/03nov/s03111806.html 12 de mayo de 2004
[1] Mendieta Alatorre, Juana Belen Gutierrez de Mendoza (1874 – 1942) Extraordinaria precursora de la Revolución Mexicana p. 10
[2] Castellanos, Rosario, Mujer que sabe latín, p. 158
[3] Lombardo Toledano, Vicente, La Revolución Mexicana Tomo I 1921 – 1967 México 1988 p.11
[4] Tuñón, Julia, Mujeres, Una historia olvidada, p. 99
[5] Ibid p. 143
[7] Poniatowska, Elena, Las Soldaderas, p. 14
[8] Rocha, Martha Eva, El Álbum de la Mujer, p.240 - 245
[10] Sefchovich, Sara, La Suerte de la Consorte p. 161